Helénides del Casar

En un día soleado de Junio, cuando el calor empieza a dejarse sentir, cuando los jardines se visten de flores, se multiplican los aromas y las mariposas revolotean, llegaba a Casar de Cáceres D. Angel Rodríguez Campos, el nuevo maestro. Seguramente habría muchas opiniones pensando en como sería pero creo que nadie podría suponer que verían desde entonces pasearse por las calles de la localidad a un grecorromano que pareciera un actor de teatro con su túnica y manto ceñidos prestándole majestuosidad y transmitiendo a quien lo veía pasar “su grandeza de espíritu” (Palabras del propio Don Angel).





En principio solo vieron a un señor con aspecto de explorador y esto parece congruente ya que creó una compañía o grupo de Exploradores con sus alumnos, con banda de trompetas y tambores que desfilaban en las fiestas del pueblo y procesiones de la Iglesia. Hacían excursiones al campo en primavera, inculcando a sus alumnos el amor a la naturaleza, hoy tan en auge. Usaban uniforme caqui, pantalón corto y sombrero del mismo color, parecido a los policías de algunos estados americanos.

Don Angel amaba a los niños y los quería como si fuera un padre. A la educación de la niñez él lo llamaba: “mi dulce profesión con el mundo esplendoroso de los niños” Desde luego como maestro cumplió con los amplios deseos de los padres de sus alumnos, porque su forma de enseñarles resultó creadora y los chicos aprendían viendo imágenes que les proyectaba en una pantalla tanto de Religión como de Historia.

Nos dice D. Luis Bello en Viaje a las Escuelas de España, “La escuela era un gran salón. Las crujías formaban grandes arcos ojivados.

Todo el arreglo de la escuela lo había hecho Don Angel. Había traído material, incluso pupitres. Él decoró toda una crujía con su zócalo de yute rematado por ancha greca.

Renovó la enseñanza con su ardiente vocación y saber. Su casa la convirtió en la prolongación de su escuela, a donde acudían los chicos a completar su formación cultural y social. Les prestaba libros. Les enseñaba a cultivar el jardín y creaban un bonito paraíso. Su casa la transformó al estilo griego con varias terrazas. Los muebles los diseñó él dándoles el sello clásico griego.

Podemos resumir lo expuesto diciendo que fue un enamorado de su profesión, la que llevó a límites poco comunes de entrega y servicio. Se preocupó de darle estudios de Magisterio a sus discípulos Nicomedes Martin, Máximo Barrantes y Angel Jiménez, para que su labor no se acabara con él.

Se ganó el afecto y el respeto de todo el pueblo que supo reconocer sus grandes cualidades, su aportación como educador y su gran cultura.

Aunque comienzo esta comunicación diciendo que fue un soleado día de Junio cuando llega Don Angel Rodríguez Campos a Casar de Cáceres por otras informaciones se da el mes de Abril, y, el día, el 23, siendo un día lluvioso y frío, eso sí, del 1913 que en eso están de acuerdo todos los informadores. Si realmente sucedió en día de lluvia, miremos con ojos y sentimientos africanos y le hubiéramos augurado en aquél día, lo mejor a Don Angel. El agua es signo de fertilidad, y así, es realmente como se ha demostrado por la labor que ha hecho y en cuanto a la fecha es lo más lógico el que sea en pleno curso que no acabado éste.

Algo que Don Angel deseó es que el lugar y su entorno donde tuviera que ejercer su magisterio fuera religioso y eso tuvo la fortuna de conseguirlo. Se hizo muy amigo del Párroco, Don Saturnino Martin Moreno y lo visitaba con cierta frecuencia, manteniendo conversaciones en griego, latín y francés, que ambos dominaban. Así discurría el tiempo entregado totalmente a la vida del lugar siendo el toque pintoresco cuando empezó a vestirse de grecorromano, con túnica, manto, sandalias y en la cabeza sujetando su negra melena rizada, una cinta de tela al estilo de una diadema. A veces también usaba redecilla.

Se hablaba de él y era motivo de curiosidad para quien llegaba de fuera, pero la mayoría de las veces no salía de casa para no ser el blanco de todas las miradas. Por ello no aceptaba invitaciones a banquetes, un día si fue a un refresco con motivo de la Comunión de los hijos de un discípulo.

Parece ser que no le gustaba que lo fotografiasen, pero era aficionado a la fotografía y con su cámara si que se hacía fotos. Según un articulo de Don Jaime Tovar Patrón, podría reconstruirse algo de su vida, cuando está en la escuela, en su casa, en el campo ante las encinas o hablando con algún alumno.

En el pueblo nadie le consideró chiflado, sigue diciendo Don Jaime Tovar, ni él toleraba la más mínima burla de su persona, él era afectuoso y educado. Sin embargo Don Juan Ramos A. Afirma que el pueblo al principio dudó. Lo expone así en un artículo en Hombres de Extremadura- Periódico Extremadura.

Siempre me había preguntado el porqué del uso de los colores de sus túnicas y sus mantos, qué criterios había seguido para ello en algo tan importante como era el vestirse de ese modo, extraño para los demás. Sor Mercedes Jiménez Sánchez me lo aclaró cuando me dijo que se guiaba de los colores de los tiempos litúrgicos de la Iglesia, y así mismo lo asevera en su artículo sobre Don Angel, Don Jaime Tovar Patrón.

A Don Angel lo atendía un matrimonio que se llamaban María Sánchez Vivas y Basilio Jiménez Carrero. Fueron naciendo los hijos del matrimonio, José, Pedro, Sofía, Angel, Mercedes y Antonio, que fueron integrándose en la vida cotidiana en la que tomaba parte Don Angel, al que aprendieron a conocer y respetar. Al cuarto de los hijos, Don Angel lo hizo su ahijado y le puso su nombre y llegado el momento le dio la carrera de maestro, antes se la había dado a otros dos alumnos como ya reseñé.

Los años que pasó en Casar de Cáceres fueron fecundos dándole tiempo para tan amplia obra literaria, interesante por lo genuino de su composición, 20 libros de poesía, poemas en latín y en castellano la rica lengua cervantina. Famosos Diálogos Sociales a la Escuela o Memoria de Helénides de Salamina. Nueve libros de poesías latinas con el nombre de las 9 musas etc. “La Oda a España” se publicó en un opúsculo por los años 40.

Dejaba que lo visitaran los hombres pero no las “muñecas pintadas” como llamaba a las mujeres.

En un articulo nos cuenta lo siguiente Fernando, en Ventana a la Ciudad. –El maestro loco del Casar- que a continuación transcribo:

“ En unas jornadas literarias celebradas en Cáceres en Mayo de 1955 como un atractivo más de ellas se invitó al maestro romano del Casar, Don Angel Rodríguez Campos, más conocido en el mundo intelectual como “Helénides de Salamina,” a pronunciar una conferencia entre los más de ochenta intelectuales y escritores de primera fila de aquél entonces que figuraban en las jornadas y entre los que citaré a título de ejemplo a César González Ruano, Ignacio Aldecoa, Juan Antonio Cabezas, Jaime Capmany, Pedro de Lorenzo, Zunzunegui, etc.

Ni que decir tiene que aquella ilustre concurrencia entre la que me encontraba simplemente como aprendiz, se tomo el asunto a pitorreo por aquello de que don Angel vestía siempre de griego clásico y se le podía tomar por un loco. Es más, la noche anterior a la conferencia se especuló sobre todo aquello. El que más y el que menos supuso que era un PAYASO, un maestro de escuela loco cuya manía por vestir como un griego clásico le había trastornado la mente como a D. Quijote y que de su boca no podrían salir mas que sandeces. Todos desconocían su obra; solo se decía que Unamuno se escribió con él en griego, pero nadie pasaba a creer más que en la locura de don Angel, que pidió se le pusiera un coche que le llevara hasta la puerta de la Diputación, donde se celebraría la conferencia, para no lucirse vestido de griego por las calles de Cáceres.

Se celebró la conferencia y las risas que hubo a su entrada se convirtieron en silenciosa atención nada más que abrió la boca; atención que se convirtió en respeto y admiración a los pocos minutos. Explicó el porqué se “había apartado del mundo” vistiendo de griego para realizar su “Panelenio,” la obra de su vida, leyó algunos poemas del mismo y explicó su concepción filosófica del mundo.

Al salir le pregunté a César González ruano, que había sido uno de los más reticentes:

-¿Qué le ha parecido?

- Que los payasos éramos los que escuchábamos porque es un sabio de cuerpo entero al que hay que perdonarle que vista como quiera.”

Casos como este debieron pasarle más pero siempre se imponía la autoridad de su vasto conocimiento y preparación que consiguió con el esfuerzo y tesón en sus estudios. A Don Angel se le ovacionó largamente al acabar de recitar sus poemas de forma magistral rodeado como Sócrates de sus discípulos mejores en escolta emocionante de amor y admiración por el Maestro; nos lo cuenta en otro articulo el Sr. Ramos Aparicio.

En cierta ocasión le pidió el Rector de una Universidad de Madrid que acudiera invitado a dar una conferencia y acompañado de un profesor de Cáceres asistió. Fue vestido de paisano pero llevaba su melena habitual. A su regreso venía contento de haber ido y el profesor que lo acompañaba encantado por la elegancia con que se desenvolvió ante los demás, dejando ver sus muchos conocimientos. Le pidieron que se fuera a Madrid pero él rechazó la invitación prefiriendo seguir en Casar de Cáceres.

Según nos contaba Don Jaime Tovar Patrón en su articulo, Don Angel le había dicho muchas veces que a Homero era imposible superar, pero no así a Virgilio. No sé si soñaría en un trío: griego, latino y castellano, siendo él el aspirante a hacer universal la lengua de Cervantes.

Creo, que el sobrenombre que tomó del marco griego “ Helénides de Salamina,” lo hizo cuando empezó a vestirse de grecorromano, lo que quiere decir desde casi llegó a Casar de Cáceres. Se ambientó en cuanto a casa y en cuanto a su ropa y costumbres con lo que se metió de lleno en su obra y cada día escribía dando rienda suelta a su imaginación y por otro lado al caudal inagotable de su ingenio. Su ropa se la hacía él, alternaba sus trabajos de educador con el de la costura y sus escritos.

Su obra El Panelenio es en pleno siglo XX una obra épica y mitológica, de corte clásico, libro digno de leerse. Puede según dicen compararse a la “Eneida,” “La Odisea” y “Os Lusiades.”

Don Antonio Rodríguez Molino en la Revista “Foco” en el año 1954 decía que El Panelenio era algo imprescindible para conocer la literatura modernista de España y aseguraba también este famoso escritor que se debía editar esta obra para regalo de los buenos paladares literarios, escrito en tercetos tan bellos que pueden figurar al lado de los buenos del Siglo de Oro.

La obra El Panelenio consta de 20 libros con veintiún mil versos en tercetos, que tardó en escribir siete años, un binomio de lo griego como mito y la realidad castellana.

Después de estar el manuscrito de El Panelenio perdido, apareció en la Diputación Provincial y cerca de 40 años después se edita, es el año 1988, y lo realiza la Institución Cultural El Brócense. El libro consta de 665 páginas, lleva un prólogo de Angel Jiménez Sánchez, su discípulo y una introducción e índice onomástico realizado por César Chaparro y Luis Merino. El acuerdo de editarlo lo tomó la Excma. Diputación Provincial el 30-V-1972- en sesión ordinaria. El manuscrito apareció en la caja fuerte de la Diputación según lo atestigua un articulo del Periódico HOY de fecha 10-XII-1985, donde además se dice que fue Don Manuel Veiga, Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres, quien tomó la decisión de editarlo y a petición del propio pueblo representado por el diputado Don Juan Andrés Tovar y el Sr. Alcalde, Don José Cortés Ojalvo. Este último fue alumno de Don Angel Rodríguez Campos, Helénides de Salamina-

Hubo distintos intentos de publicar su obra mientras vivía e incluso después de su muerte.

Lo importante es que al final en 1988, la institución Cultural El Brocense editó la gran obra de Helénides de Salamina, El Panelenio. El autor canta la leyenda de Teucro, héroe Dánao que, tras impresionante odisea, habría alanzado las riberas del Tormes para fundar Salamanca. El poema se recrea en la expresión del binomio mundo griego – mundo hispano, o dicho de otra forma, entre los mitos y la realidad.

Decía en su articulo Don Jaime Tovar Patrón que daba la impresión de que creía en las musas como nosotros en los ángeles. Se conocía a los habitantes del Olimpo, morada de los dioses griegos, con pelos y señales. Las ninfas, deidades de las aguas, bosques o selvas. Las nereidas, las 50 hijas de Nereo y Doris que personifican las olas del mar, destacándose Anfitrite, Tetis y Galatea, y, que estos y otros seres mitológicos le confiaban sus secretos como si siempre hubiera andado con ellos.

Hora es ya de que conozcamos algo de la vida de Don Angel Rodríguez Campos. Nació en Mogarraz (Salamanca) el día 28 de Julio de 1884,como lo atestigua la fotocopia del Acta de Nacimiento que acompaño a esta comunicación. Su familia era gente sencilla. Queda huérfano de padre y posteriormente muere su madre cuando aún era muy niño, unos 7 años; hay quien dice que con algunos más, pero también hay quien afirma que su madre murió una noche mientras dormían juntos en un colchón en el suelo. Hay quien asegura que tenía una hermana que tan indefensa como él pasó a un orfanato hasta tener edad para los estudios. Su hermana entró en un convento de clausura en Salamanca y cuando profesó la destinaron a la provincia de Teruel y murió al poco de estar allí, muy joven. Parece ser que la causa fue el frío que hacía en aquella ciudad.

Hay distintas opiniones sobre los estudios de Don Angel, en cuanto a estos y a los lugares donde los realizó. Se dice que lo llevaron a Salamanca a un convento, el de los PP Paules y otros que a un convento de franciscanos. Lo que sí afirman varios es que aunque estudió para sacerdote no llegó a cantar Misa, según parece si la cantaba tendría que marcharse a misiones y él no quería ser misionero. Estudió griego y latín, los hablaba correctamente. Sus poemas latinos tienen mucho que decir. Tenia profundos conocimientos sobre literatura clásica.

Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Salamanca. Ya con su título hace oposiciones y va a Casar de Cáceres. Al mismo tiempo que hacía su Magisterio daba clases de griego en la cátedra de Don Miguel de Unamuno, con quien se carteaba en griego.

Componía versos desde los 14 años, en latín, con gran habilidad, causando asombro a Don Marcelino Menéndez Pelayo, a quien Don Angel hizo una poesía, a su persona y el insigne polígrafo le aconsejó que junto a su trabajo desarrollase esa faceta innata en él. Según parece es quien le aconseja que estudie Magisterio.

El lugar al que tiene que ir como maestro está a unos once kilómetros al Norte de la capital, Cáceres. Se llama Casar de Cáceres y al buen decir de mi padre q.e.p.d., Don Tomás Martin Gil, “es un pueblo laborioso y rico, que pertenece a la Diócesis de Coria y cuyo término municipal es de unas trece mil hectáreas de extensión, abundante en finos pastos que alimentan el ganado lanar. Producto de esta ganadería son los famosísimos quesos de Casar de Cáceres sobre todo su apreciadísima torta, queso bajo, raro y exquisito y que siguiendo la manera norteamericana, no vacilo en calificar como el mejor queso del mundo.

Este pueblo ocupa una hondonada de la llanura, algo ondulada, que ase extiende desde la capital hasta el cauce del Tajo. Sus calles se orientan de Norte a Sur, son anchas y limpias; las casas hechas de mampostería y bóvedas de arista, tienen un zaguán al entrar, a donde dan las puertas de la sala y alcobas con pasillo central que lleva al corral, en el que suelen estar las dependencias para el ganado. En el segundo piso están los graneros, almacenes y la cocina donde se cura la matanza.

En el año 1931 había unas 900 casas de las cuales la mayoría es de dos pisos (49 de tres) y ha censado en 1930, 4.762 habitantes de hecho y 4.941 de derecho. La industria es un par de tenerías, algún taller de zapatería y los telares han desaparecido por completo pero hay una Fábrica de electricidad y harinas, que fue una de las primeras de Extremadura. Según Madoz en la mitad del siglo pasado fue más floreciente la industria con 10 tenerías, 40 talleres obradores de zapatería, 3 lagares de aceite, 3 molinos, 7 telares de paño y 5 de lienzo y 6.025 almas.

La Iglesia se encuentra en la parte central del pueblo como ocurre con la mayoría de los pueblos extremeños. El pueblo florecía alrededor de la Iglesia. Está aislada y la rodea un muro, con tres entradas, es un espacioso atrio, al que llaman los naturales del lugar el arandel, Su orientación es la clásica, de Este a Oeste con su cabecera al Saliente. Si estudiáramos su historia, su arte, podríamos llegar a la conclusión que este pueblo es muy católico, muy ferviente.Cumplía con los deseos de Don Angel cuando llegó a ejercer allí su Magisterio, la faceta primordial del carácter social de ese pueblo es eminentemente religioso.

Don Valeriano Gutiérrez Macías nos recuerda que el último curso que pasó dando clases Don Angel Rodríguez Campos fue el de 1953-54. Así mismo nos da la fecha del 15 de Enero de 1956 como dato muy significativo en que pasó a vivir a casa de su discípulo y ahijado Don Angel Jiménez Sánchez por razones de salud. Desde ese día su casa quedó sumida en el silencio, sus triclinios y escaños romanos no acogerían ya más a tan relevante hombre de letras, una grave enfermedad acababa con su vida el 26 de Agosto del mismo año 1956. Moriría con el consuelo de haber sabido dar una sólida educación a su ahijado que lo había acogido en su casa como si de un padre se tratara. Es digno aquí de resaltar este comportamiento en el discípulo que lo acoge en la enfermedad y en la debilidad y eso solo tiene un nombre –reconocimiento. Analizando todo llego a la conclusión que fue un buen educador.

Adjunto para atestiguar su muerte fotocopias del Acta, Parte y Certificado de defunción en ellos están correctamente señalados todos los datos en cuanto a hora, lugar, a consecuencia de, etc. Que me parece importante que figuren.

Don Valeriano Gutiérrez Macías nos comenta “La muerte de este hombre ejemplar y excepcional causó hondo sentimiento en toda Extremadura, en la provincia de Cáceres y sobre todo en su laboriosa población, a la que estuvo vinculado 43 años.

Don Jaime Tovar Patrón cuenta que al ir a su pueblo natal de visita, se acercó al Cementerio con el fin de visitar el humilde nicho de Don Angel Rodríguez Campos, tenía curiosidad por leer su epitafio, que al parecer él en vida había dicho que quería que figurase solo esta leyenda: HELÉNIDES ESCRIBIÓ EL PANLENIO. Lo cierto es que a la hora de la verdad allí rezaba lo siguiente: D.E.P. DON ANGEL RODRIGUEZ CAMPOS - HELÉNIDES, 26-Agosto –1956.

A su entierro fue el 80% de los vecinos del pueblo ya que todos le apreciaban y querían.

Marcela Martín Jiménez