La Brigada del Pirraque

En agosto de 1936, apenas un mes después del alzamiento español, empezó la aventura de los voluntarios irlandeses. El general O'Duffy, líder de la ultraderecha irlandesa, es invitado por un amigo carlista a que reclute una brigada de combatientes que se una a los Requetés.





Eoin O'Duffy, Nacido en 1892, ya es partidario de la causa nacional sobre todo por su sentimiento ultracatólico. El dominico Paul O'Sullivan dirigiéndose a un grupo de voluntarios irlandeses los arengaba así: “…Vais a combatir en el Santo nombre de Dios, por la gloria de Dios, para defender a Dios, para salvar nuestra Santa Fe, para salvar la Cristiandad, para proteger al mundo de las atrocidades que han sido cometidas en Rusia, en Méjico y ahora en España”.

En Dublín, ha surgido la polémica en torno al proyecto. El Parlamento vota una ley que prohíbe a todo ciudadano irlandés que se aliste para combatir en España bajo pena de una multa y encarcelamiento. En Gran Bretaña el asunto también causa remolinos: invocando el Pacto de no-intervención, algunos diputados exigen resueltamente que se impida a los voluntarios que salgan desde puertos ingleses.

A pesar de la declaración de ilegalidad de la participación de irlandeses en el conflicto español, efectuada por el gobierno irlandés, El general Eoin O’Duffy reclutó a 700 “Camisas azules”, que parten de las islas Británicas en 1936 hacia su destino en Cáceres, divididos en dos contingentes: Uno vía Galway-El Ferrol-Salamanca-Cáceres y el otro dirigido por el propio O’Duffy vía Liverpool-Lisboa-Badajoz-Cáceres.

El viaje desde Galway hasta El Ferrol resultó bastante duro, apiñados en un barco nazi tuvieron que soportar una gran tormenta. Una vez desembarcados hicieron el trayecto en tren hasta Salamanca donde hicieron su entrada en la estación apretujados contra las ventanillas saludando con los brazos en alto. Formados se les dirigió a una nave donde se les dio de comer y beber. Y sobre todo bebieron, pues cuenta uno de los oficiales de la Brigada que tuvieron ciertas dificultades para hacerles volver al tren y mientras la banda de música, perfectamente formada, los despedía tocando el himno de España algunos irlandeses vomitaban la borrachera por las ventanillas del tren.

Mientras, el contingente que dirigía O’Duffy llega a Lisboa, y pese a la insistencia de los oficiales portugueses en que nadie desembarque hasta comprobar la documentación; les es imposible controlar este extremo y los más osados consiguen bajar a tierra, donde se emborrachan, teniendo que intervenir la policía por el gran escándalo que causaron. Finalmente llegaron camiones españoles para el traslado del contingente a la estación de ferrocarril con destino a España.

De su llegada a Badajoz hay testimonio de un corresponsal irlandés, Francis McCullagh, que cuenta como nada más llegar a Badajoz se pasearon con sus camisas verdes, su buen humor y su alta moral, aunque no conseguían comunicarse con la población debido al idioma. Esa misma noche los oficiales les llamaron al orden en sus barracones debido a su estado de embriaguez.

En Noviembre de 1936 ya está toda la brigada en Cáceres donde permaneció alojada en barracones hasta Febrero de 1937. Tan pronto como se instala en su cuartel, la brigada irlandesa se somete a una preparación intensiva bajo mando del capitán Capablanca, un instructor español. La nueva unidad se llama “XV Bandera” y lleva el uniforme del Tercio (con arpas célticas en las solapas).

Se hizo habitual ver, cada domingo, a la bandera en formación dirigirse a la ciudad para asistir a la misa que se impartía en la iglesia de los Padres Franciscanos de Santo Domingo; El Obispo permite que durante los oficios se desplieguen el estandarte de la brigada y los banderines de las compañías.

O’Duffy no perdía ocasión para hacer un alarde de sus tropas, con presencia en todos los actos públicos que se realizaban en la ciudad de Cáceres y alrededores. Muchas procesiones contarán con la nota exótica de una Banda de gaiteros de la Legión Irlandesa.

La estancia de la XV bandera irlandesa en Cáceres no está libre de altercados, sobre todo por la afición de los irlandeses a las bebidas alcohólicas, sus salidas por la ciudad fácilmente acababan en pelea, según se puede extraer de los testimonios escritos de algunos de los propios miembros de la brigada. En una ocasión estas pendencias acabaron con el resultado de la muerte de un magrebí y varios españoles heridos, por lo que se detuvo a varios irlandeses.

Alojado en el Hotel Álvarez, el general O'Duffy supervisa el entrenamiento de su tropa cuyas condiciones de vida se esfuerza por mejorar. Acompañado por un ayudante bilingüe (el teniente de aviación Matamoros) acude regularmente a Lisboa para recoger cartas y paquetes; se ocupa también de la comida de sus hombres (poco entusiasmados por el aceite de oliva), de su recreo (conciertos dominicales), y procura que se abstengan de hacer política. Al mismo tiempo, multiplica los contactos con el vecindario a fin de asociar a su brigada con la vida de la guarnición.

En vísperas de Navidad, O'Duffy, visita los hospitales de la ciudad con una banda militar para entregar regalos a los heridos y, al día siguiente, recibe a las autoridades civiles, religiosas y militares. El día de año nuevo, el coronel Yagüe visita de improviso a la XV Bandera, y el 3 de enero, el coronel Pinillos invita a todos los oficiales de la brigada a visitar el monasterio de Guadalupe. Enarbolando banderas irlandesas, la pequeña localidad acoge de manera triunfal a los irlandeses y el Prior del monasterio les habla con mucho afecto. Algunos días después, la Bandera desfila para celebrar la toma de Málaga, y el 6 de enero, el mismo general Franco viene a pasar revista.

El 31 de enero de 1937, una ceremonia imponente señala el fin del período de instrucción. Después de una misa que celebra el Obispo en la Iglesia de Santo Domingo, el general O'Duffy descubre una placa de bronce conmemorando la estancia en Cáceres de los irlandeses. Flanqueada por los escudos de España e Irlanda, por una cruz céltica, una Virgen y tréboles.


La inscripción dice: “En honor de Dios, en honor de Irlanda y en recuerdo de la XV Bandera, brigada irlandesa del Tercio, que rezó en esta iglesia mientras servía la causa de la Fe combatiendo al lado de su antigua aliada y protectora, España”.

La placa permanece, en la actualidad, en la Iglesia de Santo Domingo de la capital cacereña.

Los voluntarios irlandeses están deseosos de entrar en combate contra los Rojos, y por fin llegan las órdenes: Deben dirigirse a Ciempozuelos, en el frente del Jarama. El 16 de febrero de 1937, los irlandeses atravesaban en formación Cáceres en dirección a la estación. La banda de gaiteros de St Mary’s de Dublín toca mientras ellos marchan con la cabezas bien altas, portando la bandera irlandesa y los colores de su estandarte – Un perro lobo de caza de color naranja sobre un prado verde esmeralda- ondeando orgullosamente al frente.

La aventura que les espera se convierte en desventura desde el principio. El viaje en tren hasta Torrijos duró veintiséis horas en vez de las cinco previstas, cuando bajaron del tren no había nadie para informarles como llegar a Valdemoro, gracias a un chiquillo que se ofreció a guiarles llegaron al destino a medianoche, por lo que no había comida disponible; y para colmo, la orden era partir a las seis de la mañana hacia el frente.

Puestos en marcha hacia Ciempozuelos (en la línea del frente), deciden abandonar el camino principal por otro secundario que ofrecía mayor cobertura. Mientras se abrían en formación de avance, divisaron tropas dirigiéndose hacia ellos. Detenidos unos en frente de otros se inicia un tiroteo durante el cual dos oficiales irlandeses y tres soldados resultan muertos más otros tantos heridos, en la tropa a la que se enfrentan también hay varias bajas. Una vez acabado el tiroteo se dan cuenta (tanto unos como otros) del grave error que han cometido, los adversarios resultan ser una unidad de voluntarios falangistas de las Islas Canarias recién llegados al frente como los irlandeses. Los falangistas habían confundido a los irlandeses con soldados rojos de las Brigadas Internacionales. El comienzo no podía ser más descorazonador.

Eoin O’Duffy se encargó de que los cuerpos de sus soldados fueran trasladados a Cáceres para darles sepultura. El funeral resultó ser, Para satisfacción de O’Duffy, uno de los de mayor asistencia de los oficiados en la ciudad. Según testimonio del propio Eoin, “los cuerpos fueron enterrados ceremoniosamente en sepulcros de la iglesia de Santo Domingo”.

Mientras la Bandera Irlandesa se encuentra en el frente se presentan una serie de problemas que hacen que finalmente se llegue al acuerdo de disolver la unidad. En ella había más de 100 voluntarios menores de 21 años cuya repatriación pidió el gobierno irlandés parece ser que presionado por el británico, a lo que accedió el de Burgos para evitar incidentes diplomáticos. Se presentan quejas contra O´Duffy por haber instaurado la censura en la correspondencia, pero lo más grave era la indisciplina que reinaba entre los irlandeses. Estos se emborrachaban con frecuencia, se agredían entre ellos e incluso llegaron a hacerlo tanto con sus oficiales como con los españoles agregados a la bandera para intentar cohesionarla y convertirla en una unidad eficaz y combativa. Incluso los propios oficiales irlandeses llegaron a las manos entre ellos y para rematar la sucesión de hechos una noche un oficial irlandés no identificado llegó a disparar contra dos oficiales españoles.

Por ello Yagüe, a la sazón jefe de los tercios legionarios, el 28 de marzo de 1937 solicita la disolución de la brigada en base a la indisciplina reinante en la unidad por la falta de mandos profesionales irlandeses, por la mala alimentación que se proporcionaba a los irlandeses por su propia intendencia y porque su eficacia militar era nula. Ahora bien, proponía que los voluntarios que quisieran permanecer en España fuesen repartidos entre las diversas banderas del Tercio y que los qué no quisieran seguir en nuestro país fuesen repatriados al suyo. O´Duffy se opone a ello y echa las culpas de lo ocurrido a los oficiales españoles, a algunos irlandeses y sobre todo a los de origen inglés. El 12 de abril, tras un incidente entre el mando de la brigada y un alférez español, Yagüe destituye al jefe irlandés y lo envía a Cáceres. Franco autoriza la disolución de la bandera.

Leandro Alonso. 2009


FUENTES

- “Luchando por Franco, voluntarios europeos al servicio de la España fascista, 1936-1939”. Judith Keene, Salvat Editores 2002.

- Manuel Pulido Mendoza, "Apuntes sobre la intervención extranjera en Extremadura y extremeños en campos de concentración nazis", Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXIII, Núm. III, Septiembre-Diciembre, 2007, pp. 1249-1259.

- “TERCIO IRLANDÉS "LA XV BANDERA". Voluntarios Católicos Irlandeses en la Guerra de España”. http://www.requetes.com/irlanda.html